EDUCACIÓN,
NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES Y FRACASO ESCOLAR
24 noviembre, 2014
El término Necesidades Educativas Especiales (NEE) se acuñó en los años 70,
pero adquirió popularidad a raíz del Informe Warnock, elaborado por la Secretaría
de Educación del Reino Unido en 1978. Se entiende que las NEE son ayudas o
apoyos, tanto por recursos humanos, materiales o ambos, que adecuen el modelo
pedagógico a las necesidades específicas de un alumno.
Las NEE pueden ser necesarias en alumnos con sobredotación intelectual, en
alumnos con dificultades del aprendizaje o en alumnos que por sus especiales
características socio-culturales requieran, de forma puntual o continuada
planes específicos de apoyo para la mejora de su desarrollo educativo. A su
vez, los planes de atención tendrán una concepción dinámica y evolutiva, acorde
a los avances y/o necesidades del alumno.
Como podemos ver, la necesidad de que un alumno requiera de apoyos
específicos no es algo exclusivo a alumnos con diversidad funcional, por
ejemplo: los alumnos con superdotación intelectual requieren de planes
adecuados a sus propias capacidades, de forma que se pueda alcanzar el pleno
rendimiento del alumno. También encontraremos que un alumno que llega a un país
con un idioma diferente al suyo, requerirá de un proceso de adaptación y
adecuación. También alumnos que por aspectos sociales (familias
desestructuradas, exclusión social, pobreza,…) van a requerir de unos apoyos
específicos, o también en casos donde se puedan dar embarazos prematuros, o
diferentes situaciones que conllevan a que el sistema educativo se adecue a las
necesidades puntuales o permanentes del alumno para garantizar su pleno derecho
a una educación de calidad en situación de equidad e igualdad.
Otro de los aspectos de gran relevancia están relacionados con el fracaso
escolar, que en España y según los datos de Eurostat se situó
en el año 2013 en un dramático 23,5%. Esto implica que ese ingente volumen de
alumnos no tuvieron acceso a esos planes adecuados y personalizados que
permitieran que lograsen un éxito educativo, en resumidas cuentas, podemos
afirmar que esos alumnos se habrían beneficiado enormemente de un programa de
NEE para ayudarles a no formar parte de esa terrible estadística. Sin embargo,
en las cifras oficiales de fracaso escolar no se incluyen a alumnos con
discapacidad que afecte en mayor o menor medida a su compromiso e interacción
social, sencillamente porque debido al modelo escolar que les afecta, nunca
fracasan oficialmente, aunque lleguen a los 18 años y no sepan leer ni
escribir. Aquí podemos encontrar a un gran número de perfiles, tales como: TEA,
Síndrome de Down, Discapacidad Intelectual, otros trastornos o síndromes
metabólicos o genéticos, …, una larga lista. Pero sí sabemos que alumnos con
TDAH, dislexia, dislalia, discalculia, …, son también candidatos firmes al
fracaso escolar, precisamente cuando no tienen acceso a estos planes y apoyos
personalizados.
Por tanto, si tomamos los datos generales de prevalencia de TEA, Síndrome
de Down, discapacidad intelectual, TDAH, dislexia,…, y el resto de factores
relacionados con las dificultades del aprendizaje, o cualquier tipo de
discapacidad motriz o sensorial y le sumamos la cifra promedio de alumnos con
fracaso escolar, podemos afirmar que alrededor del 38% de los alumnos que están
en al fase de educación obligatoria, tienen NEE, sean estas permanentes o
puntuales. Una cifra realmente importante y que no parece estar adecuadamente
contemplada en las diferentes legislaciones educativas. Y al no estar
totalmente contempladas, tampoco lo están los recursos necesarios, de forma que
los centros educativos tienen un gran déficit en cuanto a medios humanos y
materiales para poder dar una respuesta adecuada a las necesidades de este
elevado número de alumnos.
¿Realmente se puede elaborar una adecuada programación educativa obviando a
este 38% de alumnos? Porque los profesionales de la educación vienen denunciando este
hecho desde hace ya bastante tiempo, pero no parece que a día de hoy estas
reclamaciones hayan sido debidamente atendidas por los responsables máximos de
los diferentes órganos educativos. Nuevamente aparece la pregunta de ¿Quién asesora a los gobiernos en
educación?, y no es una pregunta baladí.
En lo relativo a autismo vemos como poco a poco la mentalidad de “alumno
deficiente” está siendo -afortunadamente- cambiada por la de “alumno
diferente”, y este cambio de paradigma ha permitido que muchos alumnos con
autismo puedan acudir a escuelas ordinarias o regulares. Sin embargo, en muchos
casos vemos como el centro educativo no está realmente preparado para adecuar
el programa educativo al niño y vemos como los principios integradores acaban siendo incluso perjudiciales para
el alumno con autismo. Convirtiendo el principio de integración escolar o el de
inclusión escolar en incrustación educativa.
“Cuando las dificultades educativas se atribuyen a los déficits del
alumnado, lo que ocurre es que dejan de considerarse las barreras para el
aprendizaje y la participación que existen en todos los niveles de nuestros
sistemas educativos y se inhiben las innovaciones en la cultura, las políticas
y las prácticas escolares que minimizarían las dificultades educativas para
todo el alumnado” Booth T. y Ainscow M., 2002.
Y es precisamente este déficit en programas de NEE lo que nos lanza un
resultado que continúa siendo negativo. No es que las NEE sean ineficaces en sí
mismas (que no lo son), es que si no se dotan a los centros de los medios
necesarios, el uso de adecuaciones, adaptaciones curriculares, programas de
apoyo psicosocial, cambios metodológicos,…, los avances no aparecerán. Las
experiencias sobre programas educativos que contienden de forma proactiva con
el uso de las herramientas e instrumentos definidos por los especialistas,
generan efectos positivos, no solo en el alumno con NEE, sino en el resto del
alumnado.
Es por tanto importante entender que un alumno que tenga NEE no implica una
menor calidad educativa, todo lo contrario, implica a que el estudiante, y
gracias a esas adaptaciones y programas específicos, podrá cumplir adecuadamente
con el currículo académico que se le exija. Tenga este alumno autismo, TDAH, un
complejo entorno familiar, sobredotación intelectual, o cualquiera de las
múltiples situaciones que promuevan la existencia de adecuaciones y apoyos
especiales al alumno. Es importante que los centros educativos puedan disponer
de esos medios, y algo muy importante son los recursos humanos suficientemente
bien capacitados para poder abordar el complejo abasto de apoyos que los
alumnos puedan requerir.
Y de igual forma se va a requerir no solo de los medios necesarios, también
de una adecuada sensibilización -tanto en los entornos educativos como sociales
en general- para que no se estigmatice al alumno con NEE como un alumno tonto,
sino como un alumno que requiere una atención distinta a los establecido por el
modelo de lanormalidad. Combinando los medios materiales, técnicos y
humanos con una sensibilización sobre una realidad que afecta a una gran número
de alumnos, construiremos sin duda una escuela mejor para todos.
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